El caso de Zaragoza muestra la formación del nuevo poder con la ruptura con las autoridades nombradas por Godoy, la elección popular de un nuevo jefe y la legitimación del nuevo poder constituido. El pueblo elegirá a Palafox para la defensa y dirección del reino. Para legitimar su poder convoca las viejas cortes estamentales de Aragón, que aprueba su labor. Poco después el propio Palafox nombrará a los representantes de Aragón en la Junta Central y enunciará cuales han de ser las labores de ese organismo supremo:
Uno de ellos, y el primero, debe ser la defensa de las fronteras, o bien la reunión de un ejército español que arroje al enemigo de ellas y nos ponga a cubierto de una nueva invasión. El segundo, tratar de que las demás provincias, que han sufrido menos que Aragón, indemnicen a esta capital de los inmensos gastos que ha sufrido. El tercero, formar una verdadera Representación nacional que nos asegure la conservación de las Américas y el poder tratar con las potencias extranjeras, como conviene a una de las principales de Europa, ínterin viene nuestro legítimo soberano. El cuarto, establecer algunas reformas, corrigiendo los abusos introducidos en la administración y adoptar los medios más adecuados para el fomento de nuestra agricultura, artes y comercio, sin lo cual ninguna nación puede prosperar.
Pedro Longás, La representación aragonesa en la Junta central suprema, Zaragoza 1912, p.2.